martes, 5 de enero de 2016

Mi reloj.

Creo que ya va siendo hora de ponerle pilas nuevas a este viejo reloj. De darle con un trapo para que brille como antes, aunque esté un poco arañado. Y es que desde que te fuiste, el polvo ha ido acumulándose y sigue marcando la misma hora. Pero creo que una limpieza no le vendría mal.

Quizá estaría bien engrasar un poco las agujas, cuidarlo más que antes y estar pendiente de si las pilas encajan o si las estoy forzando yo a entrar. Pero sé que al fin y al cabo lo voy a descuidar, como hago siempre. Sé que voy a darle algún golpe sin querer. Que alguien me lo va a pedir prestado y no voy a tener valor de decirle que no. Pero bueno, eso es lo bonito. Ir a la relojería a que te pongan un cristal nuevo, o cambiarle la correa, o poner bien un número de los que se estaban borrando. Aunque a veces sale un poco caro. Aun así, ya llevo un tiempo ahorrando, y de vez en cuando no está mal gastar un poco.

Alguien como tú.

Espero que hayas encontrado a alguien como tú. Alguien que se ría por todo. Que le guste tu mismo equipo de fútbol. Que haga deporte. Que tenga el mismo nivel de responsabilidad que tú. Que le guste demostrar sus sentimientos por las redes sociales. Que quiera quedarse siempre en casa viendo una película. Alguien que beba hasta perder la razón. Que sea celosa. Infantil. Olvidadiza. Alguien a quien le cueste estudiar. Que prefiera perder el tiempo conociendo a alguien que invirtiéndolo en los exámenes. Alguien que te pase su música para que la escuchéis en el coche. Alguien a quien mandarle mensajes borracho de madrugada. Alguien con quien disfrutar tu nueva vida. Alguien de quien no sé si acabarás aburriéndote, o al revés. En fin, espero que ese alguien te de lo que querías.

Pensamientos de madrugada. Lo que nunca me dijiste.

Al menos unas disculpas. Sólo esperaba unas putas disculpas de tu parte. Un "lo siento", o algo. Por haberme dicho lo que me dijiste en aquella última conversación. Por no haber tenido valor para decirme cara a cada nada de lo que me dijiste por teléfono. Un "perdona" por haber sido un gilipollas. Por haber hecho daño a alguien que te quería. No te pido que vuelvas conmigo, es más, es lo último que querría. Sólo te pediría que, la valentía que demuestras, la hubieras usado para ser mejor persona. Para saber decir a la cara "ya no te quiero". Para saber dejar claro frente a frente que habías cambiado, o que ya no eras el mismo, o que estabas volviendo a ser tú, o qué se yo. Sólo esperaba recibir de tu parte unas disculpas por querer ser libre pero estar atándote cada vez más con cada mensajito de Twitter que te mandas con esa nueva persona que ha llegado a tu vida. Y también respeto. Después de todo lo que hemos vivido juntos, que no es poco, puede que me recuerdes mal, o que, como dices, llegues a odiarme. Pero yo sólo quiero que me respetes. Que si hablan mal de mí delante de ti, seas capaz de defenderme. Aunque nos hayamos hecho daño. Aunque nos hayamos equivocado. Aunque nos hayamos insultado. Aunque todo haya acabado ya entre nosotros. Sólo sé que me enamoré de ti, que fuiste mi primer amor y que jamás olvidaré lo que aprendí gracias a esa relación. Pero también sé que muchas cosas podrían haber sido de otra forma. Que muchas peleas no hubiesen existido. Que muchas palabras no hubieran sido dichas. Que muchas tardes no se habrían dado de tal manera. Si no fuésemos nosotros, claro. Tú, tan orgulloso. Yo, tan de querer llevar siempre la razón. Tú, tan aparentemente enamorado. Yo, tan aparentemente fría. Y los dos, tan sumamente idiotas como para no decirnos a la cara todo lo que teníamos que habernos dicho desde que el problema empezó. Sabíamos que no estábamos hechos el uno para el otro, y aun así continuábamos juntos. Por ser la pareja guapa, por aparentar, por querer demostrar. Lo cierto es que a mí nunca me hizo falta demostrar a los demás lo que sentía, porque, bueno, ya me conocías. Ahora no somos los mismos. 3 meses después de todo, hemos cambiado. Yo ya no sé quién eres. Tú ya no sabes quién soy. Sólo somos dos personas que tuvieron algo en común. Y creo que así seguirá siendo, ya sea por tu orgullo, por mi dignidad, por las pocas ganas o el mucho odio, que, al fin y al cabo, también es una forma de querer.

Feliz 2016.

Nadie es de nadie. Tú eres tuyo, y yo siempre he sido mía. Compartimos un espacio de tiempo que, visto de algún modo, fue breve. Ahora nos toca continuar cada uno por su camino. A ti te besarán otros labios, a mí me acariciarán otras manos. Tú rozarás otros cuerpos, a mí me morderán otras bocas. Y, entre tantos cuerpos, entre tantos besos, entre tantas manos y entre tantos suspiros, me recordarás. Créeme que recordarás cómo yo te besaba, cómo te hacía reír, cómo te sonreía desde lejos cuando nos encontrábamos. Y créeme que yo también me acordaré de ti, de cómo colocabas tus manos en mi cintura, de cómo me besabas y de tus mensajes que ya no llegan. Pero, aunque pienses que me echarás o que te echaré de menos, eso no será así. Simplemente seremos un bonito recuerdo, una persona que nos enseñó cómo NO se debe querer. Con la que fue bonito mientras duró, pero feo cuando todo estaba terminando. Porque estaba escrito que ni yo era para ti, ni tú eras para mí. Porque estaba escrito que nuestras diferencias sí que iban a poder con nosotros. Y es que aunque los polos opuestos se atraen, cuando chocan no causan un buen golpe. Así que, si algún día me recuerdas, espero que sea como yo a ti. Sin rencor, con cariño y con una sonrisa por habernos encontrado en el camino de la vida. Sólo espero que seas feliz, y que si algún día te hablan mal de mí seas capaz de defenderme, por todos los momentos que hemos vivido, no hace falta enumerarlos. Y sí, reconozco que me enamoré de ti, pero que ese sentimiento ya acabó. Ahora sólo queda una bonita memoria de aquellos días en los que todo iba bien. Así que yo sólo te deseo que todo continúe bien, que seas capaz de luchar por lo que quieres y que no olvides que jamás hablaré mal de ti.

Feliz 2016.
Y a veces lo piensas. Piensas que sí, que eres joven para tener pareja, pero que tus padres a tu edad ya se conocían. Que te quedan muchos años por vivir, pero que la vida es corta y hay que aprovecharla. Te pones a pensar en qué será de ti en unos años. Dices: "¿habrá alguien que se fije en mí en todo ese tiempo?". Evidentemente sí. Y después te haces la peor pregunta: "¿habrá alguien que logre gustarme de verdad?". Porque te pueden atraer muchas personas, te pueden besar muy bien muchos labios, te pueden acariciar muy bien muchas manos, pero sólo una persona hará música. Sólo una armonizará sus sentidos con los tuyos. Sólo una persona erizará tu piel con un suspiro. Sólo una será capaz de hacerte temblar antes, durante y después de besarla. Y esa persona puede que nunca llegue. Porque puede que esté escrito que debes permanecer en soledad. Porque puede que esa persona haya decidido tomar otro camino. Porque puede que el destino no esté escrito y las almas gemelas sean sólo eso, un mito. Y porque puede que no haya nadie detrás de ti abrazándote mientras miras por la ventana un domingo por la mañana mientras tomas capuccino.

hazlo.

hazlo. porque puede salir realmente mal, pero también puede salir realmente bien. no te quedes nunca con las ganas de haberlo intentado, con el "¿y si...?" rondando por tu cabeza. hazlo, porque si sale mal, lo vas a olvidar pronto. y si sale bien, vas a alegrarte de ser valiente. hazlo aunque te de miedo. hazlo, aunque pienses que vas a arrepentirte. hazlo, porque nadie se arrepiente nunca de haber luchado por lo que quería. hazlo y no pienses en lo que vendrá después. si quieres que pase, puede pasar. siempre tendrás el "no" asegurado, mientras no busques lo que quieres. y si sale mal, tú ya decides cómo te sienta. no tengas miedo. no te rindas. no dejes nada a medias. sal ahí y hazlo. hazlo realidad.
"Te buscaré" no sirve. Sirve que la busques sin decírselo. Que hagas lo que ella esperaba sin que, paradójicamente, se lo espere. Tienes que llamarla, tienes que luchar por ella, tienes que quererla, tienes que cuidarla. Porque, aunque ella sepa cuidarse sola, te necesita. Te quiere. Ella sí te busca. Sí te llama. Ella te piensa. Pero, ¿esperas que lo de todo por ti cuando no mueves un dedo por ella?

Cruda realidad.

Buscan enamorarse, subir y subir sin miedo a caer, porque creen que tienen todo asegurado. Pues creedme, que los paseos en coche hasta otra ciudad y los paseos de la mano por esa ciudad, las rosas inesperadas, los libros, las fotos, el sexo... Todo eso se desvanece. Un día te das cuenta de que todo ha cambiado. De que o tú no eres la misma o él ya no lo es. De que esos paseos ya te aburren, de que el sexo ya no sabe a nada más que a ego, de que las rosas ya no llegan. De que los mensajes de "buenos días" se han convertido en rutina, y de que, aunque creas que le quieres, en realidad sólo os habéis acostumbrado el uno al otro. Porque antes no había nada mejor que él o ella, porque no te fijabas en nadie más, pero ahora sí que lo hay. Y todo porque ya no se siente lo mismo, porque el fuego se apaga, porque desde el principio supiste que no iba a durar para toda la vida pero te mentiste diciéndote que sí. Y así es como todo se termina, con pequeños cambios, con rutinas, con besos que no dicen nada, con detalles que desaparecen, con olvido. Y al final sólo queda un buen recuerdo, un "yo con mi ex...". Pero ya sólo sois eso, "ex". Qué feo, ¿no? Acostumbrarse a una persona y de repente no verla más. Pues así con todo en esta vida. Maduramos y aprendemos lo que ya no queremos, y lo comparamos con lo anterior. Yo a mi ex no le guardaré rencor, pero sí que pido algo: No quiero a alguien así otra vez. No quiero tener a mi lado a alguien con quien pasear, con quien ir al cine, con quien regalarme objetos caros y hacernos selfies para el Instagram. Yo querré, en futuro, a alguien con quien compartir mis momentos, alguien con quien reír, con quien no me haga fotos porque somos tan felices que se nos olvida, alguien con quien ser feliz. Y así es, el amor llega cuando menos te lo esperas, y puede que el día de mañana llegue alguien que vuelva a hacerme daño, pero por ahora, no quiero volver a ser como antes. O mejor dicho, como era antes cuando estaba contigo.

Doce lugares que me recuerdan a ti.

Hay doce lugares que me recuerdan a ti. Doce lugares que antes no quería pisar, pero que ahora me atrevería a pasear por ellos sola. Esos doce lugares me hacen pensar en todo ese tiempo que pasamos. En cómo sonreías por casualidad o la manera en que te resignabas con lo que te decía. Poco a poco, esos doce lugares fueron perdiendo nuestra esencia. Uno, dos, tres... Así hasta doce. Doce son los sitios donde nos hemos besado, donde nos hemos cogido la mano, donde hemos discutido, donde nos hemos querido y donde nos hemos olvidado. Y puede que incluso tenga más mala suerte de lo que pensaba. Puede que haya un lugar número trece de donde aún no quiera borrarte. Pero, créeme, que voy a tener valor y voy a borrar tu huella de ese último puto lugar. Créeme, que no hay persona imborrable. Así que, si no te importa, voy a ir al lugar número trece y voy a pasear conmigo misma. Voy a darme cuenta de que no eres más que un poco de tinta, que con corrector puedes irte. Y, por si acaso, no voy a decirte la dirección.

Posdata: No me busques.

A 30 de septiembre.

Que te digan que no te quieren duele. Duele muchísimo. Pero es peor que directamente te lo demuestren y no sean capaces de decírtelo. Que poco a poco vayan consumiéndote y sacándote de tus casillas hasta que explotes y te sientas como una mierda. Que no te digan que ya no sienten lo mismo pero que no te traten como antes. Que pases a ser la última en la lista, que ya no existas para esa persona, que cambie y ya no haga nada por ti. Alguien que luchaba por ti a cada minuto y que de repente deja de hacerlo. Alguien con quien, definitivamente, no estás destinada a estar.
Esa necesidad que tenéis por ataros a alguien tan pronto. Por decir "tengo novi@". Por que todos se enteren de en quién piensas continuamente, cuando quizá hace muy poco que os conocéis. ¿Qué necesidad hay? Somos jóvenes, nacimos libres. Y somos nosotros los que nos ponemos las cadenas. Sal, bebe, ríe, tropiézate, emborráchate y acuérdate (o no) al día siguiente de lo que hiciste. Ríete de lo que tus amigas recuerdan pero ni tú te acordabas. Hazte fotos, llora, discute, perdona. Vive. Sé libre. No te ates. Porque aún somos jóvenes. Aún queda mucho por vivir. Muchos lugares a los que ir. Mucha gente por conocer.

miércoles, 23 de diciembre de 2015

Ó.

A veces,
o siempre,

cerca,
o muy lejos,

conmigo,
o con alguien más,

congelándome,
congelándote,
o derritiéndonos.

No sé,
(¿o sí?),
pero te quiero.



Lo tenía guardado en borradores, no sé por qué.
Qué gracia me hace, o qué pena me da
esa gente que necesita
aferrarse a algo o a alguien
para ser feliz.

Porque, decidme,
el día que eso se acabe
o esa persona se vaya,
¿qué será de vosotros?

No tendréis plan de huida,
no tendréis a qué agarraros,
simplemente buscaréis
una y otra vez
otra cosa
u otra persona
que os llene ese vacío.

Pero esa persona
o esa cosa
se consumirán;
y con ellos,
vuestra felicidad.

sábado, 10 de octubre de 2015

Todos hablan del frío del invierno. El invierno une a los que están cerca y separa aún más a los que están lejos. El frío. La manta. El café. La peli de las cuatro. Los ‘te quiero’ del móvil durante la siesta, inesperados. El hueco en la almohada. Tú.

¿Y qué hay del otoño? El no saber qué ponerse. El calor. El frío. La chaqueta y la manga corta. En otoño da igual lo que te pongas, si tienes con quién quitártelo. Aunque mejor que no te quiten la sonrisa. En otoño llegan las rebecas y los pañuelos al cuello. Y los que se los quitan para no sentirse atados.

Los hay que ni siquiera necesitan estación para desatarse. Aunque tampoco estaría mal verlos en la del bus esperando, solos. Escribiendo y borrando el ‘te quiero’ que no llega hasta la siesta de invierno.

jueves, 27 de agosto de 2015

Fuck you.

Dicen "ni lo intentes", "es imposible", "mejor déjalo" cuando ni siquiera ellos han probado a hacerlo. Intentan desmotivarte, que no persigas tus objetivos, que te rindas, que desfallezcas.

Pero... ¿sabéis qué? Yo no suelo darme por vencida a la primera de cambio. Cuando tomo una decisión, intento ir con las ideas claras hasta el final, y poco a poco. Porque los "no puedes" para mí son un "por supuesto que puedes". Los resoplidos y las malas experiencias ajenas son fuente de mi motivación. Yo no me vengo abajo por lo que me digan los demás. Yo no me rindo fácilmente. Doy todo de mí, intento superarme cada día y ser de los mejores, aunque no sea la mejor. Soy cabezota, pero no me importa. Cuando no veo resultados me siento satisfecha de todas formas porque sé que he dado todo de mí y no me he dejado nada en el tintero. Porque siempre hago todo lo que está en mi mano por ser una de los mejores. Y porque cuando me intentan desmotivar respondo con una sonrisa: "Gracias a mis esfuerzos hago lo que me gusta". Y sigo mi camino, como he hecho y seguiré haciendo SIEMPRE.

lunes, 27 de julio de 2015

¿Fría?

Dices que me quieres. Pero el término "querer" no siempre es referido al amor.

Puede que me quieras para divertirte un rato y echar unas risas, puede que quieras que me quede a tu lado para no quedarte solo. También puede que me quieras por lo que tengo, o por lo que puedo llegar a darte. Puede que sólo digas que me quieres para impresionarme, para que yo me lo crea.

Pero... ¿sabes qué? Yo no suelo decir "te quiero" nunca. Dirás que soy fría. Yo suelo demostrarlo cuando lo siento. Intento que las personas a las que quiero sean felices y en parte sea gracias a mí. Intento facilitar las cosas y no infravalorar el tiempo que me dedican. Dar las gracias, sonreír, abrazarles y besarles. Intento no complicar las cosas más de lo que ya lo son.

Pero tú no. Tú dices "te quiero" y crees que con eso ya está todo solucionado. Dedicas palabras medio vacías en redes sociales, donde intento no publicar gran parte de mi vida real. ¿Lo peor? Que yo soy "la fría". Pero en realidad, puede que la persona más congelada de los dos seas tú.

jueves, 9 de julio de 2015

Buscando con mi brújula
en el mapa de tu cuerpo,
acabé perdiendo el norte
aunque no me arrepiento;

encontré una isla desierta
y un faro abandonado,
encontré el escondido tesoro,
mi mayor regalo.


lunes, 8 de junio de 2015

¿Por qué?

Me he dado cuenta de que vivo pensando en el mañana. En que hago todo por mi futuro, por no defraudarme a mí o a los demás. Vivo sin disfrutar del presente. No aprecio las pequeñas cosas de las que puedo aprovecharme y dejo otras cosas para después porque no quiero arrepentirme.

Pensar en el futuro es bueno, lo sé. Pero quizá me preocupo demasiado. Quizá el carpe diem de Horacio me vendría bien de vez en cuando. ¿Por qué no arriesgar? Resulta estúpido intentar ordenar todo siempre. A veces el viento viene y se lleva algunas cosas porque no estaban bien sujetas, y quizá no sea tan malo como parece. Olvidar las preocupaciones por un par de minutos viene bien en ocasiones.

Vivir en tensión constante por pensar en el futuro hace que no vea las cosas buenas del presente. Porque... ¿cuándo es el futuro? ¿Cuando termine la carrera? ¿O cuando lleve cuarenta años trabajando? A veces el futuro es el ahora que acaba de pasar. A veces el desorden es bonito. Te caracteriza. Aunque quizá el orden también. No sé. Sólo sé que espero por algo que en realidad sé que nunca va a llegar, porque el futuro es sólo un concepto. El futuro no existe realmente. Y espero un futuro. O esperaba.

Quién sabe si llegará un día en el que cambie mi vida por completo y lo que he hecho haya sido en vano. O quién sabe si algún día agradeceré todo lo que he sacrificado por mejorar. Creo que no ser bueno no siempre te sale mal. No seguir las reglas al pie de la letra no tiene por qué ser lo mejor.

¿Y por qué me pregunto todo esto ahora?

miércoles, 15 de abril de 2015

Pensar sin hablar.

Hoy me apetece hablar. Me apetece hablar de ti, de mí, de lo que pudo y no fue, de lo que fui y no seré. Me apetece hablar -escribir– de lo que cambié. Cambié por dentro, por fuera, cambié por ti, pero también por mí.

Cambié porque no soy "la típica". Porque no soy como todas. No quería convertirme en lo que nunca quise; no quería ser tan imperfecta. Y sé que la perfección es inexistente, porque sé que dicha palabra es inmaterial. Y por eso me perdí.

No es que me hubiese alejado repentinamente de mí, es que me olvidé de todo lo que llevaba en el baúl. Exterioricé, reí, lloré, suspiré, agaché la cabeza y la levanté, por supuesto. 

Porque decidir mis sentimientos es un hecho que no puedo remediar. Pero sí que puedo evitar buscarte. Puedo controlar mis manos y mis dedos presionando las teclas, puedo decirles, mentalmente, que no escriban tu nombre en el buscador. Sé que puedo, que podía. Pero no quise. No quise alejarme, quería quedarme.

Y sé que siempre digo, o eso creo, que no me arrepiento de lo que hice, pero hay cosas de las que sí que me lamento. Me lamento de mi vulnerabilidad, de mi incredulidad, del sinsentido que a veces llevo en lo que se empeñan en llamar «mi mundo».

Aunque es cierto que de los errores se aprende. Creedme que es difícil desprenderse de una manía, de un simple tick de esos que nos hacen tiritar la pierna o rascarnos la nariz cuando estamos nerviosos. Imaginad si es difícil desprenderse de los sentimientos.

Pero sé que lo logré, sé que el corazón es más fuerte que la mente, y que el corazón, cuando es dañado, quiere aprender. El corazón aprende, corrige, enseña, siente... el corazón, mi corazón, late. Y no es por ti. Ya no.

martes, 14 de abril de 2015

Vulnerable.

A veces me alegro de no haber dado nunca todo de mí. Me alegro de haber mostrado sólo una parte de mis pensamientos y, sobre todo, de mis sentimientos.

Es mejor callarse y alegrarse que explotar y arrepentirse. Por eso es que pienso todo un millón de veces y al final termino guardando mis pensamientos, para que nadie se entere.

Por eso en muchas ocasiones me arrepiento de ser vulnerable y enseñar una parte de mí que quiero que desconozcan.

Quienes sepan tus sentimientos y pensamientos van a juzgarte, van a saber más de ti, van a hacerte daño. Porque saben lo que escondes, saben lo que te duele, saben dónde están tus puntos débiles. Por eso no muestres nunca tus sentimientos, porque van a hacer que te arrepientas. Van a intentar cambiarte. Van a hacerte sufrir.

lunes, 23 de febrero de 2015

Quizá.

Quizá. Quizá es definido por la RAE como un adverbio de duda. Y duda como ‘Estado de indecisión o de falta de certeza’. Y, ¿quién sabe algo con plena certeza? Quizá muchos, quizá pocos.

Quizá es un "quiero" y un "no sé". Es un esperar sin un criterio o un método. Quizá es arriesgar y ganar, o arriesgar y perder. ¿Y si "quizá" es un "no" desde cero? ¿Y si es un "sí"? Unos "quizá" son dichos con certeza; otros con plena inseguridad. A veces decimos "quizá" por miedo a decir la verdad, y en ocasiones por miedo a escuchar la misma. Quizá es un "ayúdame" precipitado.

Quizá es girar la esquina cada día con nervios en el estómago sin saber si algún día estará ahí. ¿Quién?, te preguntarás. Quizá ni siquiera yo lo sepa. Quizá no lo sepa jamás... ¿O quizá sí?


jueves, 13 de noviembre de 2014

Voy a hacer que me quieras. ♥️

No voy a ser como todos y decirte que te quiero, que te amo, que mi vida sin ti no tendría sentido y esas cursiladas que solemos decir cuando estamos enamorados. En vez de decir todo eso, voy a hacer que me quieras.  Voy a escribir notas sobre ti cuando no estés cerca, voy a mirarte cuando no te des cuenta, voy a hacer lo imposible por sacarte una sonrisa siempre, voy a intentar que no te olvides de mí. Cuando nos enfademos, voy a soltar alguna tontería para que te rías y me digas que no sirve de nada discutir. Voy a sonreír cuando te vea llegar de lejos, y hacer que sonrías cuando me veas tropezar mientras voy hablando contigo por la calle. Voy a pagar contigo mis cabreos aunque sepa que tú no los mereces. Voy a pedirte que no me agradezcas nada. Voy a intentar disimular que me entra la risa cuando te pones serio al contarme cualquier historia. Haré que no renuncies nunca a lo que eres ni a lo que quieres. Voy a darte un beso en la mejilla cuando menos te lo esperes.  Voy a intentar enamorarte, pero no voy a dejar que te des cuenta. Porque yo sólo quiero tu amor, y sólo lo quiero para mí, aunque eso tampoco voy a decírtelo.

lunes, 6 de octubre de 2014

Ella.

Ella. Tan preciosa como meticulosa. Su mundo era desordenado, pero una vez que lo observabas, aprendías que es cierto que existe un orden dentro del desorden. Sus libros no eran los mejores, de eso no cabía duda, pero eran inteligentes, como ella. Cada uno de ellos guardaba dentro de sí una rebuscada metáfora, una moraleja que le ayudaba a crecer en la vida. Ella no era perfecta, ni mucho menos. Ella simplemente se dedicaba a ser, pues eso, ella misma. No quería un amor de película, aunque sí de libro. No buscaba con obsesión. Sólo se dedicaba a esperar, ya que, como ella decía, “el amor no es algo que se busca, sino algo que encuentras sin haberlo buscado”. Sabía que todos aquellos hombres que se habían cruzado en su vida no habían sido más que un breve pasatiempo en su historia. Ellos no querían de ella más de lo que ella buscaba en ellos: diversión. Es por esto que quizá ella no fue nunca perfecta. A veces escondía los sentimientos bajo su larga melena, allá por los recovecos inalcanzables del cerebro, y pretendía que todo estuviese bien, o al menos nadie sospechase lo contrario.

Ella a menudo se agobiaba. Entonces recogía su pelo en un moño aparentemente abultado, pero que al cabo de los segundos iba desprendiendo cabellos que cubrían su pálido y dulce rostro. En ocasiones se los colocaba tras sus pequeñas orejas, y continuaba con lo que estaba haciendo. Cuando escribía también recogía su cabello en un recogido similar, pero no era igual al moño apresurado de sus repentinos agobios cuando algo no le salía bien, o no sabía cómo resolver una situación. Ella era un poco de las que se preocupan demasiado por todo. Cualquier situación fuera de lo común, aun siendo algo bueno, era llevada al extremo por ella, hasta considerarla un problema. Su vida era algo así como normal, aunque ella era diferente. De repente te decía que te quería, y en un par de días no sabía qué era lo que realmente sentía. Quizá sus cacaos mentales no eran más que fruto de su enorme preocupación por lo que decía, o por lo que los demás le decían a ella.

A pesar de sus imperfecciones, era una chica normal. Nadie la consideraba más que ellos, y nadie la consideró alguna vez demasiado importante. Cuando su figura cobraba un poco de protagonismo, rápidamente surgían miradas asesinas de envidia, mezclada con odio. Por eso nunca le gustó llamar la atención, y mucho menos la gente que lo hacía. Para ella, pasar desapercibida y ser humilde eran pilares en los que se basaba su forma de ser. No es que esto fuera bueno, y tampoco malo. Pero a ella le gustaba ser así.


lunes, 15 de septiembre de 2014

La vida sigue.

Nunca sabes cuán fuerte eres, hasta que te toca serlo. Nunca sabes las capacidades que tienes, hasta que las explotas.

Momentos. La vida son momentos. Momentos de alegría, momentos de enfados y tristeza, momentos de felicidad, de debilidad, de fortaleza, de miedo... Momentos de tu propia vida.

Eres quien eres porque estabas y estás destinado a serlo. Tu destino te pone pruebas, que debes superar como tú mismo decidas. El destino te da las cartas, y tú aprenderás a jugar como quieras. Puede que en alguna ocasión hagas trampas, o puede que copies todo lo que hacen los demás. Puede que esos momentos de debilidad decidas transformarlos en tus momentos de fortaleza, o puede que dejes que te consuman y te hagan creer que no eres lo suficientemente valiente como para afrontarlos con valor.

No tienes por qué hacer de una minucia un enorme problema en tu vida. Tienes que mirar al miedo a los ojos, y decirle: yo soy más fuerte que tú.

Y, ¿sabes? Quizá pienses que tu vida no vale la pena, en momentos de debilidad, quizá pienses que tu vida se ha parado, y que todo está cambiando. Sólo piensa en ti, y sé un poco egoísta. Piensa en tu bienestar y tus momentos de felicidad. Aunque pienses que tu vida se ha estancado, la vida sigue, al igual que siguen muchas otras cosas que no tienen mucho sentido.

Tu vida tiene sentido, tú se lo das día a día. Ten el valor de afrontar los problemas, mirarte al espejo cada día con amor propio, para decirte a ti mismo que tú eres capaz de hacer cualquier cosa que te propongas.

Haz locuras, llora, baila o corre hasta que te duelan los pies, grita hasta quedarte sin voz, enfádate, perdona, sonríe, ten rencor, haz nuevos amigos, vuelve a quedar con antiguos compañeros, haz aquello que te haga sentir vivo, pero nunca dejes de pensar que tú eres único y no existe nadie tan maravilloso (aunque con defectos, eso sí, como todos) ni nadie que viva al igual que tú. Tú eres quien decide darle sentido a tu vida. Tú tienes el control.

viernes, 4 de julio de 2014

Es distinto.

Es distinto, ¿sabéis?
No es lo mismo un "me gustas" que un "te quiero". No es lo mismo un "adiós" que un "hasta pronto". No es lo mismo una caricia que un abrazo. No es lo mismo llorar y después reír que llorar de la risa. No es lo mismo soñar que imaginar. No es lo mismo ir a la playa que veranear en la playa. No es lo mismo.

No es lo mismo estar callado que permanecer en silencio. No es lo mismo pensar en el mañana que organizar el futuro. No es lo mismo tener prisa que ir deprisa. No es lo mismo mirar de arriba a abajo que mirar de dentro a fuera. No es lo mismo querer que amar. No es lo mismo gustar que desear. No es lo mismo disfrutar que pasarlo bien. No es lo mismo tener que poseer. No es lo mismo hablar en voz alta que gritar. No es lo mismo mirar al cielo que observar las estrellas. No es lo mismo besar y que te besen, a besarse. No es lo mismo hablar en voz baja que susurrar. No es lo mismo vivir que sobrevivir, que sentirse vivo. No es lo mismo echar de menos que olvidar. No es lo mismo carecer que no tener. No es lo mismo distancia que kilómetros. No es lo mismo "siempre" que "eternamente". No es lo mismo "te quise" que "te he querido". Tampoco es lo mismo tocar que explorar. No es lo mismo una piedra en forma de corazón que un corazón de piedra.

La diferencia soy yo, que puedo darte más de lo mismo, pero distinto.

jueves, 3 de julio de 2014

Verano.

Recuerdo cuando te gustaba
que te mirase a los ojos
y con una breve sonrisa
dijese “te quiero”.

Tú siempre
sonreías
al escucharme a mí diciendo
esas tonterías
que a veces 
no necesitan ser respondidas.

Te gustaba el helado,
las caricias y los abrazos,
los apasionados besos de despedida
en aquel puerto de la playa,
cuando ya era demasiado tarde
y las olas eran mudas.

Sólo se nos escuchaba a nosotros
riendo por todo,
y en ocasiones por nada.

Nuestra frase no era la típica,
no era un “te quiero” y nos marchábamos;
nosotros nos alejábamos lentamente
aunque gritábamos,
y en la penumbra de la madrugada
nos abrazábamos,
nos quitábamos el frío
de las noches de verano.

Y, aunque llegase el invierno,
no había miedo por intentarlo.

Al despedirnos
siempre era
diferente.

Tú sonreías
y te marchabas de repente,
o seguías en la arena
varios minutos
soltando una de tus frases
que me hacían vibrar de alegría.

Nunca supe
si algún día
te cansarías de todo aquello.

Intenté que todo
continuara perfecto,
aunque sí le tuve miedo
a la llegada del invierno,
a tus viajes y tus vuelos,
a tus idas y paseos,
a que conocieses otra estación
que no fuese
un verano conmigo
en nuestro pequeño puerto.

Dolor, bonito o no, es dolor.

Nunca entendí la suave ironía del escribir bonito cuando se está triste. Es una enorme pena y un desaprovechar los pensamientos del día a día, que pueden llegar a ser verdaderamente brillantes.

El dolor es un sentimiento horrible. Cualquier dolor es evitado por todos. Muchas veces me gustaría ser inmune a las heridas, sobre todo las del corazón. Aunque quizá sin ese dolor no sería capaz de escribir (a veces). Quizá sentir dolor tenga su parte positiva, como los que crean cicatrices en su cuerpo para sentir dolor y aliviar la tristeza del corazón, dejando que fluya la sangre más allá de las venas resbalando por la piel, dejando caer pequeñas gotas de alivio. Algo así como diseccionar el corazón y dejar que salga todo; incluyendo lo bueno, lo esencial. Dejando que salgan todo tipo de sentimientos. Dolor que duele y alivia. Escribir sangrando. Sangrar para escribir. Sufrir para sentir.

Quizá, y tan sólo si fuese capaz de volver a reconstruir ese corazón para que quede como nuevo; quizá si el corazón, a pesar de no tener cerebro por si sólo, pudiera olvidar todo el dolor; abriría e inspeccionaría el mío para conocer con plena seguridad lo que siento, o lo que sentiré mañana. Pero es imposible saberlo. Somos seres impredecibles, cargados de cicatrices desde el momento en que nacemos, al ser separados de nuestra madre. Cicatrices incapaces de ser olvidadas, cicatrices que no paran de marcar nuestro pasado.

Muchas veces se culpa al corazón de no sentir lo que uno quiere, o de sentir lo que alguna vez pensamos que era evitable. El corazón a veces sangra para que le demostremos que no hizo lo correcto. En ocasiones es un castigo que la mente le hace al corazón.

Escribir lo feo para crear belleza y difuminar lo bonito para crear un par de estrofas. Es así que el dolor y el desamor son preciosos de recitar.

jueves, 26 de junio de 2014

Tres. ♥️

No es un día raro,
o algo fuera de lo normal.

Tampoco es un suceso diario;
es un día 
verdaderamente especial.

Sólo tres 
han pasado de aquel día
en que decidimos
nuestras vidas fusionar.

Tres meses 
de muchas alegrías
y momentos por recordar.

No es que te quiera 
como a cualquiera,
te quiero de otra forma,
de manera sobrenatural.

Te quiero 
cuando el aire sopla fuerte,
el mar baila en calma 
y las llamas del fuego
arden vivaces.

Te quiero 
cuando estoy en duda,
pensativa,
a veces triste,
a la defensiva
y estando alegre.

Te quiero desde hace un tiempo
aunque no sé cuánto
exactamente.

Sólo sé que quiero
que este 
(por ahora)
breve cuento,
dure eternamente.

miércoles, 4 de junio de 2014

Reflexión sobre la carta de despedida de Gabriel García Márquez.

Por si no habéis leído la carta de despedida de este autor u os parece demasiado larga, aquí tenéis un precioso vídeo que la relata:


Para comprender mi reflexión, os recomiendo escuchar primero la carta.
Tras la muerte de este gran autor, en la clase de Lengua nos propusieron reflexionar sobre el texto, partiendo de la frase que más nos gustase. Yo escogí la siguiente:

Si supiera que estos son los últimos minutos que te veo diría "te quiero" y no asumiría, tontamente, que ya lo sabes.

A partir de esta frase, realicé la siguiente reflexión:
Si supiera que estos son los últimos minutos que te veo diría "te quiero" y no asumiría, tontamente, que ya lo sabes. Porque, aunque quizá el mañana nos esté asegurado, no lo sabemos con plena certeza. Si fuese la última vez que pudiera observar tus ojos, grabaría ésa como la única imagen en mi mente: tus ojos, tus labios, tu pelo, tus manos... a ti.
Porque sé que he cometido y aún sigo cometiendo errores que pueden no ser solucionados con un simple "lo siento". Por eso quería decirte que me arrepiento de no haber disfrutado de todos esos breves minutos en los que no aproveché mi tiempo contigo.
Si hubiera sabido que el futuro no es un lugar seguro para organizar planes contigo, le habría gritado a mi cabeza, y a mi corazón, que no deberían haberse enamorado de una persona a quien iban a abandonar por culpa de la muerte.
Pero, si hubiese pensado en la muerte mientras ejecutaba todos esos momentos felices y no tan felices que he pasado junto a ti, quizá no hubiese hecho nada. O quizá lo hubiese hecho todo.
La muerte me arrastraría lentamente aunque no hubiese topado contigo, lo sé. Pero también sé que tú eres quien debía estar en mi camino. Sé que eres la persona a quien dedico esta despedida antes de que me lleve la muerte. Sólo espero que, tras esto, halles tu paz.
No quiero que llores por mí, o que yo sea una alusión que haga que broten las lágrimas en tu mirada. Quiero ser inolvidable para ti. Que me recuerdes con tu preciosa sonrisa.
Y, por si son las últimas letras que puedo dedicarte antes de que mi pluma se agote, quiero decirte y repetirte infinidad de veces que te quiero, y que sé que el habernos encontrado en esta vida ha hecho de ti y de mí, de nosotros, personas mucho mejores. Porque, aunque tú me das la vida, no me la has quitado, pero es tuya entera, y, mientras siga viva, no me agotará el repetirte que te quiero y que sé que jamás hubiese encontrado a nadie como tú, aunque tuviese un trozo de vida.
Rosa Torrado

martes, 3 de junio de 2014

No sé.

En días como este, gélidamente cálidos, enormemente pequeños, que parecen insignificantes pero son un paso en mi vida, me paro a pensar en el futuro y en lo que me depara, en el pasado y mi historia.

He intentado avanzar y mejorar, exigirme tanto a mí misma que no sé a dónde quiero llegar. Ya no sé si lo que hago es porque quiero hacerlo, o porque debo hacerlo. No sé si en el futuro seré mejor o peor persona. Tampoco sé si soy mejor ahora que antes o viceversa. Simplemente espero a que los días pasen, como sea. Amaneciendo y viviendo de manera indiferente, mirando el reloj y observando la rapidez del paso de las horas, esperando a que llegue la noche para dormir y no seguir pensando.

Sólo sé que vivo agotada. No doy lo mismo de mí, no digo que sea menos, pero es diferente. Hacía tiempo que no me paraba a pensar en el pasado. Es irremediable, lo sé, pero es una parte de mi vida, y siento que no puedo seguir haciendo como si no hubiese sucedido nada. En gran parte ésa es mi actitud; quiero decir que, es lo que muestro a los demás. Pero en esa otra pequeña parte hay un nudo apoderándose de mí de vez en cuando. Quizá ésta sea una de esas veces. Siento que los días transcurren como si no pasase nada bueno, y tampoco nada malo. Siento que son simplemente horas y breves sonrisas forzadas que no expresan nada: ni alegría, ni tristeza. Sonrisas de compromiso.

Es probable que ésta sea una de esas veces en las que no sabes lo que sientes. En las que no sabes si quieres llorar, reír, dormir o bailar, gritar o quedarte callada escuchando a las gentes de las calles, los motores desgastados de los coches que aceleran con pesadumbre, o la pelota de los niños que juegan un partido de fútbol improvisado en el asfalto. Ya no sabes si quieres cambiar o seguir siendo tal y como has sido hasta ahora. No sabes si necesitas algo nuevo en tu vida o si ya lo tienes todo. Es como un vacío que te llena hasta tal punto de no poder respirar sin hacer un esfuerzo.

No sé, la verdad es que con esta entrada no intento demostrar que esté triste, cosa que es incierta, pero sí intento reflexionar, porque a veces echo de menos o algo así, aunque aún no sé qué es lo que añoro. Siento que aún falta algo en mí.

domingo, 25 de mayo de 2014

Dos. ♥️

Te concedo este baile, nuestro baile. Te doy la oportunidad de hacer de mi tiempo miles de sonrisas; la oportunidad de cambiar mi futuro y reescribirlo a tu manera. Te regalo mis días, mis horas, mis minutos. Te doy lo mejor y lo peor de mí, para que no me olvides. Quiero que recuerdes cada instante, y que todo lo que vivas junto a mí sea cada vez más y más grande, más bonito, especial, diferente a como fue con los demás. Te doy mis penas, para que las transformes en alegrías, y te doy mis aventuras, para que las atravieses junto a mí. Quizá esto de ofrecértelo todo no sea lo más adecuado, o quizá sea lo correcto. Si te digo la verdad, no me importa, y tampoco me asusta. Porque te doy sin miedo mi vida, para compartirla contigo.

Y es que quiero que tú te abras a mí, me abraces y me quemes. Que cuando te alejes me hiele, aunque duela, porque sé que el amor a veces duele, es un dolor y un miedo a perder constante, que suele estar acompañado de momentos increíbles, pero, ya sabes, en ocasiones tengo miedo. Miedo de que se agote tu amor o se consuma la llama, miedo a que encuentres en alguien lo que yo no puedo darte, aunque por ti lo doy todo y aun así creo que es poco. Quiero dártelo todo porque no me da miedo ser parte de ti, y quiero que tú formes parte de mí también. No me asusta entregarte mis secretos, ni esas espontáneas sonrisas que no ocultan nada. Sólo te doy mis buenas y malas manías, de la mejor forma que sé, para que las aceptes y me quieras, para que sepas que yo, al igual que todos, cometo errores. Porque no pretendo ser perfecta, sino ser yo misma. Sólo intento que comprendas que yo también me arrepiento de haber actuado de forma incorrecta, aunque a veces esconda mis sentimientos con una sonrisa o una breve mirada. Pretendo que sepas que no soy mejor que ninguna persona que hayas conocido con anterioridad, a la vez que intento marcar la diferencia en tu vida.

Porque tú lo has hecho y continúas haciéndolo. Has marcado la diferencia en mí. ¿Quién iba a saber que te convertirías en la persona con quien quiero compartirlo todo? Seguramente nadie. Nadie hubiese sabido nunca que nosotros, dos (antes) desconocidos, íbamos a significarnos tanto el uno para el otro. Nadie hubiese sido jamás capaz de advertir que ibas a comprender lo que siento con tan sólo mirarme.

Eres esa persona a la que quiero conocer de todas las maneras posibles. Quiero conocer tu rostro cuando estás apenado, saber cómo reaccionar cuando la cólera te corroe, avistar si estás distraído o confundido, admirar tu rostro si sientes asombro, interpretar tus sonrisas cuando escondes un pequeño secreto... Pero sobre todo quiero verte feliz. Quiero saber que sonríes sin miedo, sin ningún porqué aparente, sin ninguna razón que nadie conozca. Y también quiero que sonrías por ti, porque eres especial, creativo, inteligente, tímido en algunas ocasiones, valiente pero prudente, cariñoso y transparente, capaz de ignorar lo que opinan los demás sobre ti. Y por eso admiro que estés a mi lado, porque, aunque somos similares, tenemos nuestras diferencias: tú complementas mis vacíos. Das palabras a mis silencios y sonrisas a mis miradas, das caricias a mis desvíos y perdonas mis errores. Tú eres tú y sólo a ti te quiero.

Es por todo esto que te concedo éste y todos mis bailes y  por lo que me gusta que formes una gran parte de mí; y es por esto que te sigo agradeciendo tus oportunidades, un millón de veces más te seguiré dando las merecidas gracias♥️



Te quiero.

domingo, 18 de mayo de 2014

Quiero ser tu princesa. ♥️

Quiero ser la dama insegura que está encerrada en lo alto de una torre y que espera ser rescatada. 
Quiero que tú me rescates, y me des esa seguridad que me falta.

Quiero ser la princesa a la que buscan para arrancarle el corazón. 
Quiero que tú dejes que me quede mi corazón, y vayas ganando su amor poco a poco.

Quiero ser esa princesa que es incapaz de despertar por mucho que pasen las horas.
Quiero que llegues tú, me beses y hagas que despierte, que sea yo misma.

Quiero ser la doncella que cabalgue por los altos montes, sin preocupaciones y sintiéndose libre.
Quiero cabalgar por tus montes, tus colinas y montañas, tus bosques, conocer cada recoveco de tu corazón.

Quiero ser la princesa que contemple cada día tu hermoso reino al despertar.
Quiero contemplarte a ti, mi preciado tesoro, mi reino, mi vida.

Quiero ser la reina que te acompañe a tus eventos reales, y quiero ser la reina que ahuyente tu soledad.
Quiero que tú seas mi caballero, mi príncipe, mi rey. 
Quiero que tú, y sólo tú, hagas de nuestra historia un precioso cuento de amor, aunque su fin sea un poco repetitivo, como el de "y vivieron felices", pero que sea verdadero.

Tú me rescatas.
Tú te ganaste mi corazón.
Tú me hiciste despertar.
Tú me ayudas a descubrirte.
Tú eres mi mayor tesoro.

A ti es a quien yo quiero amar por siempre,
mi querido príncipe azul.

viernes, 9 de mayo de 2014

¿Le regalarías tu vida?

Cuando la conocí tenia 16 años...
Fuimos presentados en una fiesta, por un "tío" que decía ser mi amigo.
Fue amor a primera vista.
Ella me enloquecía.
Nuestro amor llegó a un punto, que ya no conseguía vivir sin ella.
Pero era un amor prohibido.
Mis padres no la aceptaron.
Fui expulsado del colegio y empezamos a encontrarnos a escondidas.
Pero ahí no aguanté más, me volví loco.
Yo la quería, pero no la tenía.
Yo no podía permitir que me apartaran de ella.
Yo la amaba: destrocé el coche, rompí todo dentro de casa y casi maté a mi hermana. Estaba loco, la necesitaba.
Hoy tengo 39 años; estoy internado en un hospital, soy inútil y voy a morir abandonado por mis padres, amigos y por ella.
¿Su nombre?
Cocaína
A ella le debo mi amor, mi vida, mi destrucción y mi muerte. 
Freddie Mercury

¿Y tú?
¿Estarías dispuesto a entregarle tu vida a las drogas y dejar de ser tú mismo sólo por evadirte la realidad? ¿No crees que así tu vida está mucho más vacía? 

Existen muchas drogas en nuestra vida...
Drogas que matan, que estropean, que destruyen...
Drogas que nos hacen inhumanos, frágiles...
Drogas que llevan a mundos irreales y complejos...

Lo mejor para no caer en la tentación es saber decir "NO":

NO a la autodestrucción.
NO al evadirse de la realidad.
NO a la infelicidad.
NO a las cadenas.
NO a vivir sin sentido.
NO a la muerte.

Debemos aprender a diferenciar quién cuida de nosotros y quién sólo quiere aprovechar nuestra inocencia para hacernos entrar en este horrible mundo de degradación e inseguridad, debemos decir "SÍ" a muchas otras buenas cosas en la vida, como por ejemplo:

a la autoayuda y mejora de nosotros mismos.
al afrontar los problemas cara a cara y saber desenvolverse en todos los ámbitos de la vida.
a la felicidad.
a la libertad de elección, pensamiento y expresión.
a buscar un sentido a nuestra vida y a nosotros mismos.
a la vida larga, bella y apartada de malas sustancias y personas.


¿No crees que es mejor pasar una vida feliz sin tener que recurrir a narcóticos para estar contento un par de horas? TÚ CONTROLAS TU VIDA, y por lo tanto TÚ DECIDES si quieres vivir atado a ellas o no. Tú eres quien controla tus propias emociones, y debes pensar en que, adentrándote en este mundo, no haces más que, sin apenas darte cuenta, abandonar tus aficiones, tus deberes, a tus compañeros, tus amigos, tu familia... en definitiva: tu propia vida. Y con ello arrastras a todos los que se preocupan por ti y tu bienestar. Entrar en este círculo vicioso no es más que dejar de ser tú mismo: cambias todo lo que te rodea por completo.

¿Vas a dejar que te consuma?

jueves, 8 de mayo de 2014

Mi punto débil. ♥️

Mi punto débil
era esa curva
que dibujaban tus labios
cuando escuchabas
una canción.

Eran tus manos,
tu mirada distraída,
tu dedo índice
recorriendo mi comisura
o jugueteando
sin ton ni son.

Me debilitaba
verte triste
o feliz,
verte a mi lado
o alejado de mí.
Simplemente verte.

Tú eras y eres
la razón de mi debilidad,
eres ese recuerdo
al escuchar un vals,
mi sonrisa al pensar
que no conoceré nunca
a nadie como tú.

Porque contigo
recorrería el mundo
sin pensar.
Viajaría junto a ti en góndola
en el valle de lágrimas
de Venecia.
Buscaría entre las ruinas de Roma
algún nuevo motivo
para seguir amándote,
y créeme: 
lo encontraría.

Créeme, cariño,
que contigo
escucharía cien baladas de amor
y no me cansaría de mirarte fijamente
a los ojos,
para susurrarte un breve
«te quiero»
de los que queman y hielan
por un segundo el corazón.

Porque de eso se trata
ser punto débil,
de transmitir sensaciones
sencillamente opuestas
pero que se complementan.
Se trata de ser una mitad
que puede partirte a la mitad,
de ser una de esas famosas obras de arte
a las que no dejas de mirar
porque cada día descubres algo nuevo en ellas,
o bien porque cada detalle va gustándote más,
o porque es tu obra preferida
y jamás la dejarás de amar.